martes, 19 de julio de 2016

Ella

Eres la construcción perfecta que pudo concebir la humanidad; eres la envidia de las diosas y el deseo de los dioses del Olimpo que, día tras día y noche tras noche descienden a la tierra de los mortales con la imperturbable voluntad de acercarse a ti, de posar sus dedos sobre la dulce piel que compone tu cuerpo, sobre los dorados cabellos que descienden sobre tus pechos, que se levantan retadores a los ojos y tentadores a las manos.  Pero siempre terminan fatigados, regresando a sus moradas en el lejano Olimpo, sin que tus ojos semejantes a estrellas que guían al que perdió el camino, les concedan a alguno de los inmortales el privilegio de ser reflejados en tus pupilas.


Ninfa, reina, semejante a las inmortales diosas, así  eres llamada por los infelices hombres, condenados a suspirar y desearte cada vez que la aurora  trae consigo la luz de la mañana, lamentando por las noches la triste suerte de tener sus lechos aun vacíos, sin tu compañía. Puesto que la hazaña de conquistar tus sueños y tu boca, no puede ser llevada a cabo por un mortal sin la ayuda de los dioses, pero estos últimos también te desean. Es por eso que Apolo, cansado de oír rezos de hombres y palabras de dioses que a ti te desean, desenfunda su arco y alista su flecha, para que cuando salgas a recibir a la dulce aurora, pueda atravesar tu corazón. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

El chico más guapo de la ciudad

Eres el chico más guapo de la ciudad y aún no lo sabes;  no sabes que con abrir los ojos cada mañana el mundo cambia un poco, se vuelve un poco más tonto, un poco más ingenuo, buscando reflejarse en tu pupila. Tanto como yo quisiera reflejarme.

Eres el chico más guapo de la ciudad y eres apenas un delgado cuerpo, casi escaso. No llevas un gran apellido pero si un bonito nombre, no llevas manías sobre los ojos; en ti no convergen errores, no inician sueños ni nacen amores eternos.

Eres el chico más guapo de la ciudad, de piel transparente  y cabellos de arcoíris. Eres irreal, inexacto, inexplicable. Pero eres el más guapo y el mundo se vuelve un poco más tonto cuando te ve andar, los días más soleados, las nubes más blancas.  

sábado, 22 de agosto de 2015

Otro aspecto de lo bello.


La salida del sol inicia con la muerte de la noche, con su desangrar desde las horas. Pero a tus ojos no les importa, soportan la agonía de una luna que decora y esperan con regocijo la salida de un sol que desfila por una ventana, porqué les gusta el amanecer entre hojas, entre silencios, entre nubes vírgenes.

A tus ojos los cautiva la vida; tan natural, tan simple, tan salvaje, tan instinto, pero son tus ojos a la vez vida misma, reflejo de días buenos y tristezas pasajeras.

Y son tus ojos rodeados de pestañas los que van clavando miradas sobre la piel, a veces sobre mi piel, sobre la grava, sobre los árboles y uno que otro imbécil.

Aquellos ojos son los que disfrutan las primeras horas del día sin tenerle duelo a una noche muerta, una noche que observaron silenciosamente.



Esos ojos de tiempo congelado que suele vivir entre líneas, que saben ver a la música y a los fantasmas del arte. Esos ojos que hipnotizan sin la menor intención de herir. Esos ojos de felicidad eterna para quien los contempla, para quien en algún día le pertenezcan.


A Jiménez por su onomástico.


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jueves, 28 de mayo de 2015

Estar lejos

Nadie nunca nos dijo como despedirnos,

como dejar de soñarnos y seguir

caminando entre matorrales o flores

como si fuéramos animales sin dueños,

objetos sin memoria

que no recuerdan ni por un instante

el abismo de tus oídos

donde se reproduce maravillosamente

el eco de mis suspiros

y donde resuenan

a veces, sólo a veces

algunas de mis quejas

o las praderas que se expanden

en tu espalda

donde se puede llegar a morir

con la más prodigiosa paz

porque nadie nunca nos dijo

que estar lejos te parte el alma


y los huesos. 

domingo, 22 de marzo de 2015

Quería, quise

Busque las brújulas necesarias, consulte los vientos provenientes de todos los caminos pero no encontraba rastro de tu pecho, del universo que una vez se dibujó entre tus ojos de perro.

Quería que fueses nueva teoría, nuevo big bang, nuevo evangelio. Te quería como la mayor afrenta a las constelaciones, a los dioses,  a los hombres.  Y te buscaba  también en mapas y hasta mirando hacia los cielos, creyendo como religioso idiota.


En la búsqueda, me volví un vagabundo errante, un remedo de sueños, un puñado de fe. Olvide a la madre que me pario, porque perdí la memoria, porque el tiempo se me clavo entre los huesos y nunca pude ver a las estrellas salir de tu boca. 

lunes, 1 de diciembre de 2014

Ombligo

Sobre mi ombligo se alzan tus dedos, se posa tu lengua. Sobre mi ombligo descansan tus sueños y juega tu sexo.

Sobre mi ombligo dibujas tonterías y alrededor de él, escribes frases rotas de una vieja canción, de un hombre ya muerto.

Tus ojos, tus ojos llenos de mierda, cansados de los días se deslizan sobre las paredes, sobre mi cuerpo, sobre el retrato del mismo hombre ya muerto, del cantante vencido por los años y las drogas. 

Te desprendes de mí y  me dejas inacabada, incompleta, incoherente, fragmentada, transparente.

Pero vuelves a mí y somos verso, somos mala poesía escrita sobre la cama, somos color, somos melodía y somos las letras de tu nombre.  

domingo, 31 de agosto de 2014

Carta N° 5 (a sus dedos)


El otro día lo estuve recordando, así de a poquitos, de a momentos; 
en una hora del día, entre autos y gritos de alguien desesperado.

No recuerdo exactamente a donde me dirigíapero tampoco es que le importe;
creo haberme tropezado con alguno de esos reflejos suyos que suelo ver en algunos cuerpos lánguidos que se van arrastrando por el pavimento.

De repente entre el humo negro de los autobuses se dibujaron sus dedos;asomados por una ventana.

Aquellos dedos que me vinieron de golpe, recordándolos tocar teclas de un piano inexistente, 
aquellos deditos que compusieron melodías sobre mis costillas, sobre mi boca y mis nalgas.

Aquellos dulces trozos de carne y hueso que están adheridos a sus manos, a sus pies, a su cuerpo, a mi piel.

Puff; la piel se eriza, la sensación de su dedo índice resbalar por el centro de mi espalda;
el quejido proveniente de mi garganta, el disfrute del momento.


Sus dedos mágicos que pintaban con tinta invisible sobre mi pecho, 
que escriben notas suicidas en mi cuello y que desdibujan mis ojos.

Sus dedos que recorriendo mis piernas se tropezaron con lunares que bordearon para seguir su camino; 
sus dedos, sus deditos de chico bien aseado.