lunes, 16 de noviembre de 2015

El chico más guapo de la ciudad

Eres el chico más guapo de la ciudad y aún no lo sabes;  no sabes que con abrir los ojos cada mañana el mundo cambia un poco, se vuelve un poco más tonto, un poco más ingenuo, buscando reflejarse en tu pupila. Tanto como yo quisiera reflejarme.

Eres el chico más guapo de la ciudad y eres apenas un delgado cuerpo, casi escaso. No llevas un gran apellido pero si un bonito nombre, no llevas manías sobre los ojos; en ti no convergen errores, no inician sueños ni nacen amores eternos.

Eres el chico más guapo de la ciudad, de piel transparente  y cabellos de arcoíris. Eres irreal, inexacto, inexplicable. Pero eres el más guapo y el mundo se vuelve un poco más tonto cuando te ve andar, los días más soleados, las nubes más blancas.  

sábado, 22 de agosto de 2015

Otro aspecto de lo bello.


La salida del sol inicia con la muerte de la noche, con su desangrar desde las horas. Pero a tus ojos no les importa, soportan la agonía de una luna que decora y esperan con regocijo la salida de un sol que desfila por una ventana, porqué les gusta el amanecer entre hojas, entre silencios, entre nubes vírgenes.

A tus ojos los cautiva la vida; tan natural, tan simple, tan salvaje, tan instinto, pero son tus ojos a la vez vida misma, reflejo de días buenos y tristezas pasajeras.

Y son tus ojos rodeados de pestañas los que van clavando miradas sobre la piel, a veces sobre mi piel, sobre la grava, sobre los árboles y uno que otro imbécil.

Aquellos ojos son los que disfrutan las primeras horas del día sin tenerle duelo a una noche muerta, una noche que observaron silenciosamente.



Esos ojos de tiempo congelado que suele vivir entre líneas, que saben ver a la música y a los fantasmas del arte. Esos ojos que hipnotizan sin la menor intención de herir. Esos ojos de felicidad eterna para quien los contempla, para quien en algún día le pertenezcan.


A Jiménez por su onomástico.


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jueves, 28 de mayo de 2015

Estar lejos

Nadie nunca nos dijo como despedirnos,

como dejar de soñarnos y seguir

caminando entre matorrales o flores

como si fuéramos animales sin dueños,

objetos sin memoria

que no recuerdan ni por un instante

el abismo de tus oídos

donde se reproduce maravillosamente

el eco de mis suspiros

y donde resuenan

a veces, sólo a veces

algunas de mis quejas

o las praderas que se expanden

en tu espalda

donde se puede llegar a morir

con la más prodigiosa paz

porque nadie nunca nos dijo

que estar lejos te parte el alma


y los huesos. 

domingo, 22 de marzo de 2015

Quería, quise

Busque las brújulas necesarias, consulte los vientos provenientes de todos los caminos pero no encontraba rastro de tu pecho, del universo que una vez se dibujó entre tus ojos de perro.

Quería que fueses nueva teoría, nuevo big bang, nuevo evangelio. Te quería como la mayor afrenta a las constelaciones, a los dioses,  a los hombres.  Y te buscaba  también en mapas y hasta mirando hacia los cielos, creyendo como religioso idiota.


En la búsqueda, me volví un vagabundo errante, un remedo de sueños, un puñado de fe. Olvide a la madre que me pario, porque perdí la memoria, porque el tiempo se me clavo entre los huesos y nunca pude ver a las estrellas salir de tu boca.