domingo, 3 de noviembre de 2013

Animal

Soy la sombra de tus manos en la pared, curvas que manejas a tu antojo. Al ritmo de la noche nos materializamos en actos puros, en actos de extrema delicadeza y placer.

Somos dos cuerpos ubicados en una superficie que se mancha, que se empapa cada vez más de gritos, de caricias, de gestos.
Son nuestros cuerpos sólidos los que se enlazan, los que se hablan, callando a nuestras bocas, obligandolas a la misericordia de lo arcaico, de gritos de hombres no evolucionados.
Creamos el deleite al espectador omnipresente con sombras mágica, con movimientos únicos.
Somos una sola figura carente de sentido, somos felices en el borde del dolor.
Un mordisco. Un chasquido de dedos. Nos consumimos en un mirar profundo, en un examen silencioso de nuestra piel, a todo lo que somos.


Ahora, allí en la felicidad de los pupilas, nos miramos, nos comemos sin ponernos ni un solo dedo. Nos reiniciamos y volvemos al principio. A la prehistoria del cuerpo, del instinto.

martes, 16 de julio de 2013

Semejante- Frida a Diego




Quererte como Frida quiso a Diego; así con locura y ceguera, así con algo eterno salido del alma.
Quererte en tu mal genio, en tus abandonos eternos, quererte mientras me dejas en el ocaso esperando por un amanecer a tu lado.
Adorarte tanto mientras desees otros cuerpos, mientras contemples otros ojos.
Quererte tanto; tanto como Frida quiso a Diego; y abandonarme en tu nombre, en el recuerdo de tu sonrisa. No, en tu sonrisa misma.


Porque es tu pelo a veces sucio y polvoriento una noche con lluvia de estrellas, porque eres un nacimiento esperado, una alegría de toda la vida. Eres un amuleto que llevo atado a mi alma.
Eres la última oración de un libro; que me carga de aire el interior y me hace estallar con un punto final.
Eres un arcoíris de actitudes que me gustan, eres como alguien perfecto, estando lejos tu ser de dicha definición.
Entonces; quererte, amarte como Frida quiso y amo a Diego, de una forma ciega y tan clara; una ceguera blanca.


Quererte en el concepto que conforman las letras de tu nombre. Quererte a gritos, en silencios y en ausencias. Quererte mientras me miras, me desnudas y somos uno; un cuerpo, una silaba, incluso cuando somos una nota, un “do”.
Quererte como Frida quiso a Diego; sabiendo que también así me quieres o tal vez no, o tal vez tienes aventuras constantes físicas o imaginarias, o simplemente si me quieres, puesto que nuestro nombres unidos forman una eternidad.


jueves, 23 de mayo de 2013

Re-Cuerdo; así fue


Y fue el rose de tu mano a mi cuerpo, una caricia sin intensión al pasar a mi lado.
Y fue morir por olerte, por desearte tanto en tan miserable momento.

Y recordar el pasado; recordarte en mis caderas, en mis piernas, en mi sexo.
Sintiendo como recorrían en mis intestinos aquellas sensaciones crecientes, aquello bichos que se movían.

Y volver a sentir como se descompone mi respiración, como por mi nariz no pasaba bien el aire, como debía abrir mi boca para sobrevivir mientras acorralabas mi cuerpo y todos los bichos salían asomados por mi garganta entre mis gritos.

Recordar que de ti provenía el calor, el peso de la noche, la respiración agitada, las palabras a mis oídos; el deseo de lo que querías sobre mí.


Yo dócil, sumisa ante tus ojos.


Tus manos habían conocido el camino de mis huesos y mucho más.

El cielo, sin precipitaciones de lluvia, pero nosotros mojados bajo las estrellas.

viernes, 15 de marzo de 2013

Mi Maldición


Sólo necesité cerrar un minuto los ojos para verla a ella, para volver a entrar en ese insomnio que me causa.

Llevo meses enteros tratando de plasmarla en un papel o en el lienzo, ya no recuerdo ni siquiera mi profesión, me enloquece su obstinada actitud de mantenerse oculta de mis manos.

Y cuando decido dormir y olvidarla; aparece, para recordarme que estoy a su merced, que mi vida es lo que ella quiera.

Me alejo de mi cama buscando entre la oscuridad algún indicio de su pálido rostro, pero no, no está. Oculta se divierte, viéndome buscarla, viéndome sufrir.

El desgaste de mi cuerpo, de todo lo que soy ya es tan evidente. 
Mi cabello se blanqueó y mi cuerpo se torció un poco. Pero ella aun no vuelve, no me deja dormir, sigue allí, estorbando en vida.

Algunas noches le grite que se fuera de una vez, y solo oía el eco de su risa burlona.
Y me pregunto esta última noche que me queda en vida, 
¿me dejara por fin dormir? o ¿Seré eternamente su esclavo?