sábado, 22 de agosto de 2015

Otro aspecto de lo bello.


La salida del sol inicia con la muerte de la noche, con su desangrar desde las horas. Pero a tus ojos no les importa, soportan la agonía de una luna que decora y esperan con regocijo la salida de un sol que desfila por una ventana, porqué les gusta el amanecer entre hojas, entre silencios, entre nubes vírgenes.

A tus ojos los cautiva la vida; tan natural, tan simple, tan salvaje, tan instinto, pero son tus ojos a la vez vida misma, reflejo de días buenos y tristezas pasajeras.

Y son tus ojos rodeados de pestañas los que van clavando miradas sobre la piel, a veces sobre mi piel, sobre la grava, sobre los árboles y uno que otro imbécil.

Aquellos ojos son los que disfrutan las primeras horas del día sin tenerle duelo a una noche muerta, una noche que observaron silenciosamente.



Esos ojos de tiempo congelado que suele vivir entre líneas, que saben ver a la música y a los fantasmas del arte. Esos ojos que hipnotizan sin la menor intención de herir. Esos ojos de felicidad eterna para quien los contempla, para quien en algún día le pertenezcan.


A Jiménez por su onomástico.


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