domingo, 3 de noviembre de 2013

Animal

Soy la sombra de tus manos en la pared, curvas que manejas a tu antojo. Al ritmo de la noche nos materializamos en actos puros, en actos de extrema delicadeza y placer.

Somos dos cuerpos ubicados en una superficie que se mancha, que se empapa cada vez más de gritos, de caricias, de gestos.
Son nuestros cuerpos sólidos los que se enlazan, los que se hablan, callando a nuestras bocas, obligandolas a la misericordia de lo arcaico, de gritos de hombres no evolucionados.
Creamos el deleite al espectador omnipresente con sombras mágica, con movimientos únicos.
Somos una sola figura carente de sentido, somos felices en el borde del dolor.
Un mordisco. Un chasquido de dedos. Nos consumimos en un mirar profundo, en un examen silencioso de nuestra piel, a todo lo que somos.


Ahora, allí en la felicidad de los pupilas, nos miramos, nos comemos sin ponernos ni un solo dedo. Nos reiniciamos y volvemos al principio. A la prehistoria del cuerpo, del instinto.